Territorio cancelado.

¿Cuáles son los límites materiales y discursivos del cuerpo?, ¿cuál es el territorio de “una genitalidad” que encuentra su propio camino y “evoluciona” sin prejuicios a una sexualidad expandida, una sexualidad llena de prácticas humanas significativas?.

Quien ha padecido, un sinnúmero de exclusiones y “eliminaciones” del universo simbólico y colectivo, quien ha sido sitiado y aislado de su propia condición y experiencia identitaria, no deja de poner en cuestión las políticas perturbadoras y dominantes que, durante siglos han marcado un campo finito del cuerpo, un limitado uso de su potencialidad y han estigmatizado a millones de sujetos deseantes.

Este límite imperativo y opresivo, donde se signó un horizonte imaginado, un espacio acotado del cuerpo, hizo estallar vidas, expropiándolas de toda expresa humanidad.

Las obras de Hugo Palmar invitan a reflexionar sobre esa historia de supuesta “extraña” humanidad. Problematizando prescriptivamente una temida “etnopoética” del sexo, barbarie y soledad.

Sus trabajos presentan cantidades de cuerpos informes e informantes, cuerpos que se abisman y se recortan en un territorio cancelado, cuerpos que viajan en un espacio conocido pero que hacen arder un lugar metafóricamente olvidado.

En su necesidad de relacionarse, construir y compartir mundos vividos y aquellos de su imaginación, sus pinturas expresan sentimientos y disidencias, recuerdos y vivencias que se mezclan entre comidas que no logran alimentar, vestidos que no logran abrigar. De rosa chicle, de línea débil y una profunda oscura pincelada que lo rodea, los cuerpos de Palmar son una carne tormentosa y desangrada, una carne desgarrada, un espacio de la memoria que pretende poner en evidencia la opresión y el dolor de los sexos; “cuerpos que lloran” y que como muchos, no logran abrazar ante una esfera política represiva que aumenta y ahuyenta las relaciones igualitarias.

Mientras sus pinturas ensayan un didáctico espacio de subordinación y complejizan el debate de aquellas categorías excluidas del genero, sus videos peregrinan flotantes en la marea de la transitoriedad, trasuntan en espaciosos principios llenos de escases capturando la idea de una sobremodernidad llena de anonimato, rendimiento y naufragio. Hugo Palmar vuelve así a poner en evidencia multiples refugios, llenos de milicia y brío. Señala y no con la voluntad de los poderosos, que aún cuando creemos avanzar sobre entornos más memorables, expansivos del género y la sexualidad, el arte y el cuerpo vuelven a ser un termómetro para ilustrar ciertos entornos de naturalización violenta y fósil, ciertos estereotipos que siguen brotando y “configurando el soporte materializado de los arreglos de poder”, aquella soberanía absurda donde algunos entretejen las normas del género y a las que a muchos por mandato o timidez se les obliga a padecer sufrientes o, a renunciar.

Curador Daniel Fischer (Resistencia, El Chaco, Argentina).